Las esperanzas y los sueños se desvanecieron ese día. Debería haberse esperado, pero aun así fue un shock. Las señales de advertencia se habían ignorado en favor de la posibilidad, por remota que fuera, de que esto realmente pudiera suceder. Esa posibilidad había pasado de la esperanza a una creencia innegable de que debía ser el destino. Eso fue hasta que dejó de ser así y las esperanzas y los sueños se derrumbaron.