Terrance sabía que a veces era mejor mantenerse al margen. Siguió repitiéndose esto mientras observaba cómo se desarrollaba la escena. Sabía que nada bueno saldría si se involucrara. Era mucho mejor para él quedarse al margen y observar. Siguió gritándose esto dentro de su cabeza mientras caminaba hacia la pareja y golpeaba al hombre en la cara.

Sus padres continuaron interrogándolo. No sabía qué decirles ya que se negaban a creer la verdad. Explicó una y otra vez, y ellos descartaron su explicación como producto de su imaginación. No había manera de que el abuelo, que llevaba cinco años muerto, le hubiera dicho dónde había estado escondido el tesoro. Por supuesto, no ayudó que el abuelo estuviera riendo a carcajadas en la silla junto a él mientras intentaba explicar una vez más cómo lo había encontrado.

Los payasos se habían hecho cargo. Y sí, eran literalmente payasos. Más de 100 habían surgido de un pequeño Volkswagen que había sido conducido hasta el banco. Ahora estaban todos dentro y se habían apoderado del lugar.